NARRATIVA

Cuento

El mundo de las cosas y del hombre

Han pasado tres meses desde que nos desmovilizamos, y como si ayer fue que anduvimos enmontañados, mejor decir, metidos en los lodazales a veces, y otras en quebradas y atajos que habían hecho animales monteses en su búsqueda de los árboles frondosos de dulces frutos.
Se ha dicho que empatamos la guerra. Eso es mentira. Perdimos la guerra. La perdimos en las mesas de negociaciones. Porque nosotros, guerrilleros pijudos siempre estuvimos prestos a bajarle la golilla a esos soldaditos que engañados por la oficialidad y los militares yanquis, trataron de matarnos la moral. En cada combate, en cada encuentro siempre les demostramos que con un poder de fuego menor que el de ellos, los hacíamos pedazos si se la llevaban de pendejos y con menos balas los hacíamos retroceder o los dejamos cutos para toda la vida.
Ha pasado el tiempo. Yo me incorporé a la guerrilla cuando todavía no había cumplido dieciocho años, pero los huevos ya daban fe de mi virilidad. Y aquel batallar no solo fue de hombres sino que las mujeres se fajaron como el más pintado y mejor combatiente. Y a veces, ellas fueron mejor que nosotros porque tienen un sentido más despierto que los que tenemos los hombres. Y no es que esté sobrestimando a las compañeras. ¡No! Eran buenas para darse verga con el fusil tendido, donde ponían el ojo allí caía la bala. Que dejen de babosadas los que dicen que la mujer es el sexo débil ¡Vergueta! Esas mujeres tenían los ovarios bien cuajados.
Bueno, han pasado tres meses desde la desmovilización, yo ya no soy un niño. He entrado a los veinte y cinco años y no tengo nada de nada. Cuando entregamos las armas, ¡No van a creer que fue lo que nos dieron! Solo fue el sueldo de dos meses, una pala y un azadón, como tres libras de granos, y una bolsita de libras de abono. ¡Esos fue todo! Mientras a los Comandantes les dieron dinero, harto dinero, lo mismo hicieron con los militares, a esos perros les dieron harta plata. A los soldados les dieron una tira de tierra y nada más. ¡Ese es el mundo de las cosas y del hombre! Y que piruetas ni chucho muerto.

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Hoy estoy en tierras del que fue nuestro enemigo. Aquí no tenemos parentesco con nadie, solo algunos paisanos, sabiendo lo que fuimos algunos nos tienen algo de simpatía nos aceptan. Por que no se crea, los paisanos no son lo mismo, como cuando éramos guerrilleros, hoy nos miran igual como a cualquiera que “no tiene papeles” tienen temor de que hagamos un despije por la discriminación, el racismo que hasta los negros nos ven de menos.. Principalmente las mujeres, que le murmura al oído a la pareja, “sino será peligroso que mengano o sutano los visite”. Uno tiene que fajarse buscando trabajo, y cerrar la boca para no despertar envidias. Porque no se crea, también aquí, hay quienes “ ponen dedo” para que la “Migra” le caiga a uno encima. Principalmente los mexicanos, que ni a sus paisanos se les escapan. Pues si… Estoy en los Ángeles, de vez en cuando se encuentra trabajo salteado. Trabajo matado, que cuando termina la faena a uno le duelen todos los huesos. Porque los trabajos más duros son para “los mojados” que sin documentos, los que dan trabajo se aprovechan de esa calamidad que uno presenta. Yo como ya estoy acostumbrado, si vengo onde verdaderamente asustan y las cosas son difíciles, ¡Vale verga!, no me da roncha el trabajo, el que sea. Menos meterme con la “mota” o la droga, porque aquí eso es sentencia inmensa de años de cárcel para el latino, pero para el gringo se hacen el “ojo pacho”, Bueno, pues si, si el yanqui crece con la “mota” y la droga. Por eso he estado pensando dejar California, ni pensar en Arizona ni en Nuevo Méjico. He pensado en Merylan, Masachuset. Bueno lejos de aquí, aunque hay que decir, que si se logra trabajo permanente aquí es bonito el sol y el clima son benignos. Pero hay tanto “hispano”, que en lugar de ser una bendición es una maldición.
Hay gente que llegó aquí totalmente pelada, pero antes, las condiciones de trabajo eran mejores, pero esas gentes, hoy solo son tufos, por consiguieron la residencia permanente, o se nacionalizaron. Ahora que ya consiguieron la “ciudadanía” se creen que son dueñas de este pinche país. Y se ponen contra todo aquel que le llaman “indocumentado”. ¡Claro! Hay excepciones, como algunos de nacionalidad europea. Los malditos son los judíos, esos que se creen primos de los “gringos”. Otro tanto de “malilla” son los asiáticos.
A mi que no vengan que San Juan orina parado. Esas mierdas que se las cuenten a los paisanos que viven en Centroamérica,. Aquí para sobrevivir hay que tener los huevos bien cuajados, y la voluntá de piedra, porque si no se lo lleva putas. Uno como ha sido guerrillero que ha pasado días sin hartarse, o comer salteado, no se ahueva ,ni le aturra la cara al trabajo. Los gringos son unos … que solo quieren trabajos que no se les estropeen las manos ni que el sol les queme la piel de la cara ¡esas son culeradas! De estos hijos del hacha. Aquí hay que echar verga en lo que salga y no dejarse joder por tanto mierda que hay, porque hasta los mejicanos se lo quieren bajar a uno. Yo no me dejo de ningún pendejo y tampoco me llevo con ellos. Va pue, en otra oportunidad les voy a contar algotras cosas que pasan aquí. Salú.