FABULA

La pasadita de los coyotes y las gallinas

Teresa y Remigio noches enteras no dormían, atentos a los latidos de Pacún y la Bermeja y al cacarear de las gallinas y los tres gallos que componían la comunidad de aves del palo de jocote colorado.
Fue la Tere la de la idea que para pegar los ojos había que hacer un chiquero, y se lo dijo a su compañero de vida. “Mirá, Remigio. He estado pensando que les hagamos un “escampadito” a esa infelices gallinas. ¿Y vos que decís?. Remigio con ceño cerrado, contestó: “Hay que coquearlo bien. La idea es bonita. Pero no tenemos saranda”. La tere siempre emprendedora, de inmediato respondió: “Andá con los cipotes grandes y van a cortar en la hondonada unas varas de bambú y unos postes de madrecacao y con eso se hace el chiquero y para que no se mojen en el invierno les ponemos unas cuatro latas. Hay que mercarle al señor Chema unos rollos de mecate seco de huerta. Con eso vamos a detener para mientras a esos coyotes malvados.”
Remigio viendo la decisión de la mujer, dijo: “tenés razón, esos coyotes come gallinas van a dejar de joder a las pobres animalitas.”

*****

El resplandor de la luna estaba como el día. La mancuerna de coyotes con el mayor sigilo se acercaron al palo de jocote colorado. Los ojos se les abrieron como si hubieran visto al “Cadejo negro”, y alzaron la cabeza tratando de oler a las aves. “¡Idiay vos! Mira Caramba que nos jodieron aquí no hay ninguna gallina.” Caramba, dijo en forma quedita: “¡Berrinche por la puta madre! Cerrá el hocico pendejo.” Y como era el mayor tenía derecho de reprender al Berrinche, que por su juventud era arrebatado. Y con tono optimista, le aconsejó: “No te aflijás, que el que se aflije se afloja. Ya las vamos a encontrar, ese “maje” de Remigio no tiene cabeza para idiarse una buena pasadita. Esa ha sido la Tere, la del rollo. No las pueden haber vendido a todas, porque entre ellas hay unas ponederas que la Tere está recogiendo los huevos para hacer un nido y tener pollitos.” “Pero mirá Caramba, a mi me están chirriando las tripas me están pidiendo a esos dos gallo “capones” que, como están jóvenes su carne ha de estar blandita. Te aseguro que todavía esos “majes” no han chinastiado a ninguna polla. Todavía no conocen hembra, están en la época de la paja.”
El Caramba con ojos nocturnos, dijo: “¡Ve vos! Que importa si todavía no se han trepado a una gallina. Aquí lo que vale es que la panza la tengo pegado al espinazo.” - “¡A huevo!”- contesto Berrinche.” Y continuó, “volemos lámpara, haber onde las han pasado.”
Los dos animalejos siguieron buscando, ponían las patas como si estuvieran forradas de seda para no hacer ruído. A grado tal, que ni Pacún ni la Bermeja se daban cuenta que allí andaban sus dos grandes enemigos. Los coyotes, animales diestros en la caza, siguieron buscando. Hasta que Berrinche en un claro del solar, vió el reflejo de las varas de bambú. “Oyó vení, mira allá, alli están. ¡Por diosito, y que me llamo Berrinche que allí están esas putas gallinas.”
Caramba peló ambo ojos, y con voz de satisfacción, exclamó: “¡No jodás Berrinche hijueputa! Si allí están. Yo ya estaba pensando que nos había cagado el zope. Este cabrón de Remigio está como aquellos que estaban jode que jode con ¡La mano dura!”. El Berrinche estuvo presto a responder: “Éste nos está queriendo joder con ¡La mano super dura”. “¡Nombre! Que está diciendo hoy no se trata de manos, ¡Es por gusto! Si les dan oportunidad pueden andar por allí, sitiando las calles, pero nada de na.” Caramba comento en tono suave: “ellos tienen la culpa, se ponen a descuajar los palos para que los carros tengan super carreteras y a los pobres, que se los lleve putas. Y no solo eso, también para hacer casas para los ricos, y a uno lo dejan sin un lugar donde hallar ni siquiera una paloma arrocera, ni siquiera para un chorchíngalo y que decir, ni un garrobo. Y así quieren que no les robemos ni una gallina. ¡Nombre así no es la babosada! Cada uno debería tener su espacio, pero cuando lo excluyen, no queda otro camino que el que nosotros estamos siguiendo.”
Mientras hablaban cada quien le daba mordisco al nudo del mecate que sujetaban las varas de bambú. Berrinche, le dio una idea a Caramba, “Mira vos, no sería más rápido que escarbáramos debajo del tapexco de las varas, así hasta podríamos traernos una macuerna de gallinas cada uno.” ¡Vos si que jodés! Seguí mordiscando el mecate que ya vamos abrir y dejá de estar pensando culeradas.”
“Mirá Caramba –dijo Berrinche- hemos tenido suerte que los chuchos no se han puesto a hacer el escándalo con sus latidos.” Caramba regañó a su joven compañero de esta manera: “¡Berrinche ya me tenés hasta los huevos! Hablás carburo, como esos políticos en la Asamblea. ¡No hombre! Esos chuchos están pijiados, si todo el día Remigo los lleva a cazar, los anda de arriba para abajo. Cuando entremos no hagás bulla, ni el menor ruido. Cuando sientan las gallinas ya las tenemos del buche. Y vos no te vayas andar buscando a los “Gallos capones”. Ante esa andanada de reproches, Berrinche se “le paró”: Vos come mierda. Que yo voy hacer lo miyo, vos agarrás la que tengás más cerca. Vos entrás para adentro a estampida que yo voy a rumbiar con los “capones”.
Entraron sigilosos al corral, pero el gallo mayor los sintió, vio a los coyotes y comenzó a quequiriquiar y de allí en adelante fue un coro de gallinas y gallos.
Berrinche ya le había caído a dos pollonas en el pescuezo. Caramba le cayó al gallo viejo –y le dijo al oído para que no andés de novelero- y le trituró de un solo mordisco la cabeza. Y en un zaz salió y se fue entre la milpa, patas para que te quiero.
A la bulla de las aves se levantaron Teresa con un candil carretero encendido y Remigio con lámpara en mano y una escopeta de perdigones. Pero los coyotes ya habían puesto patas en polvorosa. La Teresa solo vio gotas de sangre en el suelo.

*****

¿Qué le pasó a Teresa y Remigio? La imprevisión. Sin en vez de mecate de huerta le hubieran puesto saranda o alambre en las amarraduras, no hubieran podido entrar Caramba y Berrinche. Por otro lado, la prepotencia de Remigio no funcionó. Así hay otros que quieren ahuevar al prójimo. Desconocen el derecho de otros y, se olvidan que la vida tiene sus vueltas. Hoy estamos aquí, mañana no sabemos. El barquinazo puede llegar el rato menos pensado.